Como habiendo guardado recuerdos pasados o secretos sufrimientos, así llora la montaña en su encuentro con el sol de la mañana.
Así lloran también las piedras, las ramas de los árboles, y las paredes de las cuevas.
Así llora también el hombre, la mujer y el niño, que descubren el alma propia ante la luz de la promesa del día.
Así también recorre una lágrima mi mejilla… Ante el ayer, ante las promesas no cumplidas.
Y es así como nace la fe, del trazo de una lágrima que llegando a la tierra, nutre a la semilla que regalará el fruto del mañana.
Esta es mi última lágrima del invierno…
Y el día de hoy, con la primavera, nace nuevamente la esperanza.